Quien sepa mi nombre que me lo diga,
pues mi alma en el espejo,
ya no cobra vida...
Se muere y se desdibuja
como aquello que siento,
perdiendo el aliento
cada vez que no te encuentro,
cuando suspiro perdida.
Y aunque el recordar me pesa
el gusto agridulce me inquieta,
pues el de deseo de agradar
pesa más que buscar
al problema la salida.
Tan acostumbrada estoy a ti
que sola me cuesta caminar.
Marcando las mentiras
para quererlas olvidar,
nuestras partidas se ganan
haciendo trampas al destino,
que nos quiere separar.
Y si alguna vez te olvidas
del gusto de mi piel,
no me lo digas,
prefiero pensar como niña
que quererte como mujer.
Todo lo que suena en mi corazón,
a veces, no es verdad.
Sólo palabras vacías,
que gritan,
esperando libertad
de estas lágrimas mías.
El sentido y la sensibilidad,
me visten el alma,
cuando veo que el tiempo pasa
sin poderlo coger.
Malo siempre es perder,
aquello que nunca vuelve
y no se puede comprender.
Y aunque pensé que era fuerte,
la realidad me vuelve endeble.
Maleable el corazón
que triste se arrepiente,
de no aprovechar el instante
que ahora tengo en mente.
Cuando te vuelva a ver,
mis labios te van a querer
pues no sé cuanto más se va a repetir,
el sentir,
el desear
y el sufrir, de no tenerte.
Ahora que todo es silencio,
y puedo pensar en ti,
sólo puedo recordar tus besos,
envolviendo en ellos mi cuerpo
aquel día que te vi.
En medio de aquellas sábanas,
probarte fue delicia,
de encontrarme con deseos,
que yo pensaba muertos
y tú supiste revivir.
Recorriendo palmo a palmo
de tu alma desnuda,
comprobé la envergadura
de mi pasión por tenerte.
Y aunque busco la palabra,
es difícil describir,
las caricias de tus manos
y el gusto de las mías,
por al fin,
poder quererte.
La noche se hizo corta,
y el deseo aumentó.
El sentimiento no es palabra,
sino que implica una acción.
El amor es una fuente
de la que me gusta beber,
acompañada de tu boca
que me emborracha de placer.
Y aunque pienso que ya no estás
y te recuerdo cada instante,
olvidarme es sacrilegio,
de lo que para mí,
siempre ha sido amarte.
El deseo me consume,
en una realidad que es diferente:
el quererte y no tenerte.
La suerte siempre es
de la que puede verte.
La que vive de tus labios.
La que come de tu boca.
El sabor de tus besos
se dibuja en mi memoria.
¿Y por que siempre quiero,
lo que no podré tener?
Maleficio del destino,
que marcó en mi camino
la silueta del hombre,
que nunca más, volveré a ver.
No quiero cometer errores,
al pedirte que me ignores
en medio de sentimientos vagos.
El que otorga decide
más del que pide,
cuando toma decisiones.
Sonreír no es nada fácil,
cuando todo sale mal.
Y ya no tengo fuerzas,
para saber como luchar,
si es a ti quien pierdo
por no saber buscar.
Laberintos de pasiones,
disfrazados de crueldad,
al pensar que de tus labios,
la vida,
deja de respirar.
Las lágrimas seguirán su curso,
la tristeza,
el lado oscuro.
Para después renacer,
como fénix en llamas.
Ese será el motivo
de querer morir mil veces...
La vida es infinita,
si el amor es lo que incita,
el deseo de quererte.
