En inquietante suspiro
el sigilo se mece
por no hacer ruido,
no sea que la fiera despierte
de sus instintos dormidos.
Y allí quieto permanece
como en invernal letargo
esperando que el tiempo mejore
para atrapar a su presa,
en la trampa de sus besos
cuando ella,
no está mirando.
Su fragilidad es sólo escaparate
de su alma valiente,
que se esconde prudente,
por temor al engaño.
Mintiéndole a su deseo
te dice que no te quiere
y se muerde las ganas,
de decirte
te quiero para mi para siempre.
El reto consiste
en no sufrir demasiado
si es eso prudente,
puesto que morir bien despacio,
no entraba en sus planes.
Extraño tormento
aquel que desnuda te imagina
y no puede borrar
que lo que quiere no es pensarte
sinó tenerte,
por siempre en tus brazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario