sábado, 7 de mayo de 2011

Bajo condena

Que remedio.
Me toca de nuevo sufrir, 
la duda del querer.
Cuando me creía liberada
apareció de nuevo el fantasma... 
No me lo puedo creer.
Me volveré de nuevo adicta
a unos besos dulces,
a las caricias tiernas,
al amor sin ley.
A contar las horas 
que no le tengo
y me gustaría saber de él,
para contener el aliento
cuando le miro a los ojos
diciéndole que le quiero,
aun no sabiendo el por que.
Mi peor enemigo,
mi eterna condena,
la facilidad de mi alma
de sentirse siempre,
de ti, muy cerca.
Un gran suspiro me tiene en vilo,
quien sabe
cuando decidirás,
cortar nuestro hilo.
Y volveré a arrastrar,
de nuevo, otra pesada cadena
que me ata a algo que me quema.
Siempre, mi amor,
bajo condena.







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